Fue así como entró a su habitación fingiendo que todo seguía igual, más sin embargo no se había dado cuenta cuánto estaba dejando atrás. El mago dejó el sombrero, y en él la magia, fantasía e ilusiones que encerraba. Solía quitárselo y cada vez que lo hacía encontraba algo nuevo, algo que sorprendía no sólo a él mismo sino a quienes lo rodeaban. Tarde o temprano el sombrero quedaría vacío.
Mientras buscaba una explicación a la ausencia de magia en su vida un ángel apareció, se sentó a su lado y lo abrazó. " Escapa conmigo ", dijo el ángel.
El mago desilusionado y sin nada que perder lo tomó de la mano y voló con él, descubriendo en su viaje experiencias y sentimientos que nunca imaginó llegar a vivir, al menos no sin la magia, esa magia que siempre lo había acompañado.
El ángel y el mago se detuvieron un momento bajo la sombra de un árbol, parecía otro mundo, un cielo pintado de colores tanto fríos como cálidos.
El mago empezó a contarle su historia al ángel. Una historia que para él siempre había sido complicada, más sin embargo al parecer para el ángel no lo fue. "Eres humano" repetía el ángel. El viento secaba las lagrimas del mago mientras expresaba sus frustraciones, odios y tristezas. " Cómo pudo haberse terminado la magia" repetía constantemente el mago.
El mago se detuvo, y el ángel limpió la última lagrima que cayó por su rostro. "Aunque te hayan herido tu corazón es aún más puro que antes." dijo el ángel. El mago tomó su mano, y mientras se recostaba en su hombro sintió una cicatriz en su brazo, acarició su rostro y sintió la humedad de sus lagrimas, bajó a su corazón y sintió la fuerza con la que latía. "Eres mi piel" fue lo último que escuchó del ángel antes de volver en sí.
El joven empezó de nuevo. Dejó el sombrero y abrió las alas. Listo para amar cada segundo, cada color, cada mirada, cada ilusión y cada lagrima ...
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